15 septiembre 2010

Ábrete Sésamo




Y no se abrió por arte de magia la puerta, no; sino que yo os voy a dejar entrar por ella tras abrirla con mis propios impulsos nerviosos. Pero antes de atravesarla quiero que paréis y la contempléis. ¡PARAAAD! Eso es…


¿Alguna vez habíais visto tal puerta? Si ya la habéis visto significa que os habéis equivocado de puerta. He abierto la que está al lado, sí esa. No quiero que os confundáis, mi puerta es la entrada al mundo de las puertas.


Qué grandes protagonistas son las puertas en nuestra vida. Las puertas al fin y al cabo son unos marcos que rodean un espacio vacío con un gran tapón planchado que va unido a dicho contorno.


Ellas hablan y nos dicen mucho de lo que aguardan. Tanto por sus formas, como por el uso que le damos las personas, el sonido, etc. Pongámoslo a prueba:


Si es una puerta alta, nos comunica de que vive alguien alto tras ella; si es baja, una chica baja obviamente no siempre muy obvio; si es de madera, alguien conservador o amante de lo rústico; si sus dimensiones son grandiosas y su decorado es elegante, alguien con bastante liquidez económica; si es una con varios cerrajes, un inseguro lo posee; si es de cristal opaco, alguien frio vive ahí; si es de cristal trasparente, pues éste no lo sé y le pondremos una etiqueta de “tarea por hacer”; si es de madera sintética y al golpear suena hueca, barata es la cartera del dueño; si es de algún metal con formas curvas y cerrada deja entrar la vista, el dueño presume o enorgullecido está de su jardín; si las barras son rectas, estás ante la puerta de una celda; si tiene una puerta en la puerta, animal de compañía mora con independencia en tal casa; si es una cortina de largas tiras de cabellos apedreados de bolitas de plástico, es que es un bar cutre que no quiere compartir el espacio con las moscas; si es una cortina, en un barrio chungo chungo te encuentras chavalete; si están abiertas sabes que la persona que está en esa casa le gusta que el aire barra las paredes de la casa y por tanto la libertad; en el caso contrario una persona controladora, una persona que necesita saber cuándo se abre cada puerta con el sonido que irrumpe tan sólo en la anomalía de lo no cotidiano. Cualquier adjetivo de las puertas son razón mínima para fijarnos y sacar una mínima conclusión.


Las puertas hablan también a través de su sonido. Todos sabemos que la puerta del Renault 16 de Antonio, no suena igual a la puerta de un Jaguar. La puerta del Jaguar está claro que hace trampa, tiene un estudio de ingeniería de sonido que le maquilla su sonido; aunque eso no nos concierna. Si hace un chirrido “thriller”, quiere decir que tiene la edad suficiente para que le den una pastilla de 3 en 1; si hace un sonido de descompresión de aire, atento, porque estás entrando en el laboratorio o una base secreta; hay alguna que sólo los estudiantes conocen, la que produce silencio, sí, la de la biblioteca; y hay una con la que yo estoy últimamente muy apegada, y esa es la puerta de una tienda de camping, que su gran cremallera espanta hasta la araña más acomodada.


Las puertas son unas incomprendidas muchas veces. Creemos que somos grandes intérpretes de ellas cuando deducimos el movimiento de apertura que tienen: Si tiene un pomo tiramos de ellas, si tiene una manilla en forma de ele (L) presionamos hacia abajo y empujamos, si es una manilla fija tiramos hacia el lado contrario para que la puerta deslice, sino tiene absolutamente nada nos atrevemos a caminar hacía ella confiados de su automatización, que veces no tiene, las hay que se abren de una manera totalmente distinta según el avión en el que estés montado –Debemos saber cómo funcionan o pensar que los asafat@s de vuelo arriesgarán su tiempo de supervivencia por salvar nuestras vidas-.En resumen. Que por mucho que seamos tan profesionales de la deducción, siempre llegaremos a un establecimiento y empujaremos cuando en la puerta un cartel grande diga “Tire”, entraremos en un ascensor rápido suponiendo una estrujada instantánea, o intentaremos abrir una nevera justamente por el lado contrario. Así de grave es el mal entendimiento que existe entre puerta y creador.


No obstante, las puertas no sólo hablan, sino que también nos respaldan con el uso que nos permiten darles: Uno puede terminar un mal trago dándole un portazo en la cara a quién pretende la molestia, o puede demorar la despedida de una velada romántica con la escusa de tener que abrirla, o puede encerrarse y con ello sentir la intimidad más pura, o abrir despacio en busca de la inocencia de la intención, o echar abajo de una patada para atemorizar, golpear con los puños para intimidar o en ocasiones la intención es de despertador para un hijo, o uno puede buscar simplemente la seguridad cerrando con llave.


Son las puertas quienes en repentinas veces nos hacen pasar malos tragos: El susto que nos dan al cerrarse de golpe debido al viento, el portazo que damos en casa ajena cuando creemos que debemos usar una fuerza para cerrarla y nos damos cuenta que nos pasamos ya tarde; y cuando es todo lo contrario, molestamos al anfitrión incitándole a molestarse poniendo la mirada de, ya lo hago yo.


También, al igual que las personas, usan complementos para diferenciarse del resto: un cartel con una niña, sabemos que hay un baño tras él; que tiene un rayo dentro de un triangulo, nos produce una sensación exagerada de lo que nos oculta; si tiene un candado rendimos nuestras ganas de abrirla; si tiene una cruz pues hacemos unos gestos coreográficos que simbolizan el respeto y nos recuerdan por unos instantes de nuestra fe.


Finalmente son amigos que nos pueden ayudar, siempre que queramos, a leer nuestro entorno. No solamente están en este mundo que percibimos, aparte, las utilizamos mucho en nuestro mundo cognitivo e imaginario. Una herramienta que usamos para poder organizar las ideas. O puede que sea sólo yo quién utilice el concepto de puerta al adquirir un nuevo conocimiento, al “abrir una nueva puerta”; consiguiendo clasificar puertas dentro de puertas con más puertas en las propias puertas,. Aunque lo dudo. Quiero creer que todos sentimos que nos introducimos en nuevas ideas a través de algo en nuestras cabezas.


¡Disculpen! Un último apunte. Sabemos que hay puertas en nuestra vida que no las percibimos, pero que están. Decidimos en ocasiones atravesar unas y no otras. Con los trucos enclenques que te he dado en esta publicación trata de pensar cuál es la puerta querrás atravesar, y una vez te decidas no tengas miedo de que se cierren las otras, porque puede que al atravesarla lo que ocurra sea que otras no cierren.


“Cuando abro un nueva puerta siempre hay una corriente de aire fresco”

Ciérrate sésamo....¡Pooooommm!

1 comentario:

  1. yo quiero abrir un montón de puertas y cotillear lo que esconden, y luego llenar una gran mansión con todo lo que encuentre y a esa mansión ponerle una puerta enorme y muy bien decorada para que todo el que la vea pueda deducir que lo que hay detrás de ella es una pasada.

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