10 marzo 2010

Villa María

Es increíble como en unos segundos los planes pueden cambiar totalmente y volverse más interesante con solo decir un sí a una pregunta que no estabas previamente esperando que te sea lanzada.

“¿Quieres que te eche las cartas?”

-Tengo ganas de ver que dicen, de mirarte a los ojos y ver qué cara pones, cómo me miras mientras te digo lo que nos cuentan las cartas, cómo reaccionas al escuchar lo que no querías ni oír, cómo por segundos le das fe a lo que nos dicen, cómo cuestionas la posibilidad de acabar creyendo en ellas, cómo te miro cuando dejas de mirar...... Detectar tu presente y futuro es en lo que me concentro en estos momentos con todo el buen ánimo que tú me has transmitido para que este juego salga de la mejor manera posible; pero si no es así y no muestras que estás en buena disposición, se nos ha de negar este atrevimiento de conocernos un poco más, confirmando lo que ya entre nosotros sabíamos. Esto en el fondo es una cuestión de que dos estén en disposición de hacer.

>Es lo que tienen estas cosas, que después de presenciarlas vuelves a tu casa interior, entras por la puerta de la razón, te desplazas a la parte sistemática de la casa y comienzas a descongelar tus cálculos y los pones a cocinar, a causa de que las cartas te han hecho dudar de que te falte algún ingrediente en la receta. <

Supongamos que sí, que piensas tener en cuenta todas las indicaciones con las que te han intentado orientar las papeletas del destino, por el mero hecho de mostrar respeto a algo que en ningún momento te has dedicado a investigar y tu desconocimiento de su poder y de la existencia del propio poder es abrumante. ¿Y ahora qué es lo que tenemos que hacer? Si fuera yo a quién le leyeran las cartas, me iría por donde vine y simplemente dejaría que pase lo que tenga que pasar, o sea, que reflexionaras en tu cabeza un poco más al irte por la puerta, sobre todo si no tienes nada más que ocupe tu cabeza durante el día.

Sinceramente, no llego a tener muy claro si creer en lo que dicen las cartas, aunque de todas las maneras insistan, con sus argumentos de liberar sobre la mesa todas aquellas cartas que una vez más vuelven a repetirse, motivándome más mi duda interna, para que con ello yo les dé una única oportunidad que me piden. Pero una cosa sí que tengo claro. Responder que sí a esta pregunta te llevará segurísimamente a una conversación en la que acabarás hablando de muchas cosas, las cuales te servirán para conocer a la otra persona pudiendo olvidar todo aquello que contaron las cartas y entonces conocer a la persona mediante una realidad sensible y no por aquella que no sabemos si es real su existencia y por ello pueda confundirnos.


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