20 marzo 2010

Mis ganas de vivir, tus ganas de morir


La mirada perdida en la copa, sintiendo las pocas fuerzas con las que me muerdo la lengua por castigarla, porque no tenía por qué hablar conmigo dejándome voces en mi cabeza para que le conteste durante el día y así ella conseguir que transcurra el monótono silencio benévolo que no rompo con nadie.


Mis ojos se pintan en una rojez concentrada, más de la acostumbrada y una misteriosa sensación presiona un punto interno de mi nariz y las ganas de mojar mis mejillas con mis lágrimas emergen, emergen, emergen…


Reventar los puños dando un golpe inútil contra la pared, dejarme caer en peso muerto contra la pintura y sentir su frio lijar mi piel, mientras caigo al suelo de rodillas, que acaban descompuestas.


Un paño mojado en odio impersonal se apoya sobre mi corazón impidiéndole respirar, subordinando mi cuerpo a una parálisis de enfermedad, que dura hasta el momento que dejo de pensar y la nada es lo que mis sentidos captan. Nada.


Que se vayan los recuerdos. No quiero comparar, ni analizar, ni determinar mi estado de no felicidad, porque ya sé que estoy mal. Sólo se ha de ver la impotencia con la que me he sepultado, enterrado, ahogado por la tierra, que ha penetrado por mi boca, secando la humedad de vida que me quedaba.


Una espesa tinta cae desde un infierno de alturas sobre mi frente, calentándome la idea que no quisiera recoger. Puede que me lleve a realizarla, no lo sé, aunque se ha demostrado que plantearla posibilita abrir el atajo.


Mis ganas de vivir ya no existen. Existe el engaño o mejor expresado, el autoengaño, de convencerme de querer vivir, pero realmente porque existe el miedo a la muerte, miedo a lo desconocido o a hacernos más daño.


Siento que somos masoquistas viviendo con infelicidad, sabiendo que al menos en la muerte sí que pueda que exista una oportunidad, pero no de ser felices, sino de al menos no ser infelices. Miedo a lo desconocido o hacernos más daño.


Me rio mucho, mucho, por no llorar más. Ésta no es la situación en la que me veía, descontrol, descontrol, descontrol emocional y nada de volver a razonar, ja ja ja.


Estoy protegido, pero solitario encerrado entre paredes con una puerta de la que ni vosotros acceso a entrar tenéis. Aunque sólo fuese para que dejéis salir esas tinieblas que hoy me atormentan para que caiga en equivocación precipitándome a tomar la decisión.


Cicatrices desvelan mis anteriores reencuentros, cicatrices desvelan mis íntimos encuentros con ella, cicatrices son quienes me desvelan que ella no me quería todavía despropiar, cicatrices que en la próxima cita no cicatrizarán.


¡Bórrame! Te lo pido. No puedo seguir esta operación que se va complicando en sus fallos, dirigiéndose a ningún resultado bueno. No creas que tenga solución, bórrame y plantea otro problema. Bórrame porque yo no puedo borrar tanto error.


No al futuro. Me agobia y me estresa. No quiero pensar en él, no quiero ni mentalizarme de que viene a por mí, ni quiero seguir escribiendo frases negativas. No sabemos que esto me llevará a no seguir no viviendo por la no culpabilidad de no haber no visto el futuro. No.


El puñal se dirige hacia mi interior con ganas de atravesar, pero por ahora me amo más que a un muerto apuñalado, que se ha quedado sin más. Para ello prefiero tirarme ardiendo, a acto de voluntad, desde el último piso de mi dolor y caer sobre la tarta de café, gratinando el azúcar en la que concluiré mi dulce vida amargada.


Me imagino en un vacío tan infinito de vacío, que la imaginación no me sitúa en ninguna dimensión. La ventaja de no poder imaginarse uno muerto es inimaginable cuando uno no hace más que sentir todo lo vivo que no quiere perder.


Egoísta me siento queriendo quitarme mi vida, arrebatándomela a mí mismo, sin antes haber pensado en mí, en si quiero, en si es nuestra vida como para hacer con ella lo que se nos plazca.


Agua, fuego, tierra, aire. En ninguno de estos elementos me convertiré. Un profundo suspiro de mis conocidos, tal vez. ¿Cómo acabar sin dejarles nada a los demás? Esto se supone que es cosa de uno, pero al parecer no lo es.


La de cosas que puedo hacer ahora, pero la de cosas que me estoy perdiendo por no acabar con las que sí puedo hacer. En otra parte podría hacer tantas cosas como no hacer… no hacer… no hacer…Muerto o no, siempre haré, harás, haremos algo. Hacer el no hacer.


El punto final no es algo que se adquiera con un simple contacto de una punta con una superficie, dejando que se impregne de líquido, no, es algo más. No se consigue, se gana. Nadie más que yo ahora mismo ha jugado mejor sus fichas como para merecer poner el punto. No se puede negar el merecimiento de ello. Yo pongo las normas del juego y no tú.



Cada 40seg…muere una persona en el mundo a causa de un suicidio. Más de un millón de suicidios al año, y apenas sabemos nada de él.

Cada 40seg…en todo el mundo una familia pierde un familiar, una pareja pasa a unidad, unos amigos pierden una amistad. Apenas sabíamos de él.

4 comentarios:

  1. "una pareja pasa a unidad"... qué gráfico!Vale, no te voy a preguntar por qué este tema para tu entrada... Estás "expresivamente" creciendo!

    ResponderEliminar
  2. Puede que no abras la puerta, pero tus palabras son una ventana empañada a ese cuarto en el que estás metido. Cada vez encuentro esta frase más cierta; SOMOS ÚNICOS PERO NO LOS ÚNICOS.
    Y si no pregúntale a Pander.

    ResponderEliminar
  3. No sé si alucinar y alegrarme por la pasada de texto o entristecerme y preocuparme por lo que de real tenga el contenido.

    En ambos casos es enorme y apabullante la impresión. Como lo es también mi sensación de deber participar. De querer participar. De necesitar participar. Participar en la fiesta de tu cabeza. Iluso yo.

    ResponderEliminar