13 febrero 2010

ALGO NO ENCAJABA


Me levanté como cada mañana, fui a trabajar como cada mañana y volví a casa como cada día. Pero algo faltaba. En la comida dediqué unos minutos, mas fueron bastante generosos y en vano, al no tener éxito en hallar aquello que yo sentía que no estaba. Transcurría el día y mi mente ocupada se encontraba, en todo momento, por el escozor que producía aquel pequeño misterio sin resolver.

Llegada la tarde me propuse, entre la siesta y la possiesta, resolver el enigma. Objetivo conseguido. Aquello que faltaba, no era otra cosa que empatizar, empatizar con esa chica, con la empatía ajena y con ese vacío de preguntas que se crearon entre los dos. Eso llevó a que luego a la tarde-noche acabara con un ramo de flores, que compré en la calle paralela del lado norte de la plaza de Iztapalapa, y llenándome de fuerzas me decidiera a emprender camino a la sorpresa, su sorpresa.

Sabía dónde estaría, sabía a qué hora estaría, sabía cómo estaría, sabía que estaría. Pero no, me equivoqué, no lo supe todo, pues no era yo ese a quién besaba... en esa larga y oscura noche.

1 comentario:

  1. Esto es de lo mejor que cualquiera por aquí ha parido (independientemente de las pequeñas correcciones que requiere...)
    Espero que te estés dando cuenta de lo que hay dentro de tu mandarina azul.
    Y de lo que significaría que lo siguieras ignorando y despreceiando.
    Al margen del vértigo, del miedo, del compromiso...
    Sé que ahora vas contra corriente, es el precio, pero... merece la pena, no?

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