02 octubre 2011

El mandarino


Siento haber estado ausente una larga temporada desde la última vez que actualicé la cesta de mis mandarinas. Supongo que deben estar ya varias cambiando de color del tiempo que llevan expuestas como primera impresión del blog. He de reconocer que me cogí unas buenas vacaciones mentales, pero pretendo que hoy sea el día de la vuelta a la oficina.


Me figuraba que, al no recolectar mandarinas y ofrecéroslas, se me irían acumulando en mi árbol y que llegaría el día en el que fuera a buscarlas y pudiese llenar una gran cesta de enormes mandarinas bien azules, tantas como para masajear todos los brazos al intentar cogerlas todas de una.


Pero, pese al generoso propósito, me acabo de sentar, junto con mi portátil, sobre una de las raíces del árbol de mis mandarinas que asoma sobre el césped. ¿Sabéis qué? No encontré ninguna mandarina en el árbol. Tan sólo vi a su alrededor una muchedumbre de sustancia orgánica en descomposición. Ya ni siquiera era azul.


Mas pensé, entre la decepción que estaba teniendo, que esas mandarinas en proceso de putrefacción servirían de magnífico abono para mi propio árbol y que ayudaría en un futuro a que mis siguientes mandarinas que tuviera fuesen más azules, o lo que es lo mismo, más maduras.


Entendí, que pensar en que las mandarinas fueran tangibles era un error. Las mandarinas están en el árbol de cada uno, por un tiempo u otro determinado, hasta que desaparecen. Algunas caen al suelo y se pierde su naturaleza comestible, otras desaparecen del ramo y vuelven aparecer tras un largo o corto periodo de tiempo. No son como las frutas que tú y yo conocemos en común.


La espontaneidad de una mandarina azul le proporciona el fascinante poder de incalculable potencial. Aun así, quién siembra un árbol mandarino corre el riesgo de que le surjan mandarinas de prolongado crecimiento, de increíble dimensiones o, algo que es desilusionante, pero no de existencia en vana; mandarinas con reducida cantidad de jugo.


Si bien comentan los expertos en el tema, como puede ser el Doctor Man Darino Azu L., hay temporadas para prácticamente todas las frutas conocidas, salvo en el caso de las mandarinas. Éstas aparecen a montones cuando llega la estación de año de la Inspiración.


Yo os confieso, que tengo la suerte de que cuando entramos en Inspiración busco un hueco en el tiempo para parar el tiempo durante poco tiempo. Suelo buscar el silencio para gastar el número de vueltas que da mi reloj y en el que dejo jugar libremente mi pequeño pensamiento, para que no sea intimidado por nada y juegue alrededor del árbol, y mientras se divierte, me llame para señalarme una nueva mandarina que ha dado el árbol.


Sin embargo, esta vez, hacía tanto tiempo que no venía a jugar, que le he tenido que controlar, porque si no, se me descontrola el pensamiento acabando por decir cosas que ni yo entiendo.

2 comentarios:

  1. Por fin!!!
    Busca un hueco en el tiempo para parar el tiempo durante poco tiempo, pero búscalo ya!

    ResponderEliminar
  2. echaba de menos el sabor de una buena mandarina azul XD

    ResponderEliminar