31 julio 2010

ENVIA Mundi al 2010


Sin reparar en aspectos técnicos -porque para mí en el fútbol no los hay- y visto lo visto, todas las grandes estrategias y demás decisiones técnicas de este deporte las llega a poder deducir hasta un niño pequeño: diciéndomelo en alto, a gritos, empapando a otros y pegado a mi oído.


No me mal interpretéis, mis intensiones no son reivindicar lo que siempre he defendido en contra del futbol. No. Sobre todo, porque acabo de ver un partido de futbol entero y podría parecer una contradicción. Pero para contradicciones ya escribo yo sobre fútbol. Es que estaba aburrido de estar aburrido, por lo que acabé repasando la materia del balón-pie. Mencionado así, porque siempre queda bien llamarlo así.


Qué mejor que ponerse el día en el que España juega la final -como en todos los deportes últimamente- a delirar sobre ello. Lo que pasa es que en un principio surge un problema: ¿de qué equipo soy? La verdad, no lo sé. De una manera debería tener claro que apoyo a España, pero resulta un poco falso por mi parte ya que hoy he desayunado zumo de naranja, me he puesto la camisa naranja del campus de Estepona y me puse la gorra que me dejó mi tio, en el cual ponía “Holland”. Vamos que me lo pasé pipa de naranja animando a España. Al final no me quedó otra que pintarme los cachetes con una línea roja y una amarilla. El truco yacía en que si ganaba España, mostraría a todo el mundo que yo era un español a muerte y tambien trocando la muda a una roja y amarilla; y si perdía, no necesitaba más que frotar y juntar los dos colores para crear el naranja con la mezcla. Siempre y cuando, no me mire nadie, para que tenga una cierta credibilidad.


Yo os juro que lo intenté. Intenté sentir aquello que muchos de vosotros sentís cuando veis el fútbol y gritáis todos juntos y en alto, con ánimo de animar los ánimos de los animados. Pero, me da a mí que fracasé. No es una cuestión de que no me guste el futbol, me repito. Se trata de que no me nazca el sentimiento ese. Aunque noté una cierta química en unas de las ocasiones de gol. Pero otra vez me descoordiné y canté un ¡Gooool! Cuando en realidad fue un pelotazo, que acabó fuera de España. Es lo que tiene verlo desde una perspectiva televisiva.


Llegaría el fin de la primera mitad y ya estaba con el coco destrozado de todos los comentaristas daneses. Digamos que tienen un don para conseguir que nombren a algún jugador español y yo ni me entere. Sin embargo, no tengo que quejarme yo de ellos. Comprendo que yo inclusive digo el nombre de René Descartes con fonética española y no como se debería de pronunciar originalmente.


Se añadieron más comentaristas con el transcurso del partido. En general mi familia entera junto con sus amigos. La verdad es que me sorprendieron, porque esperaba que alguno soltara algún comentario prudente y lleno de razón. Aunque lamentablemente no fue así. No sé si es que necesitamos dejar claro que no sabemos de nada, o si simplemente a los individuos de masas les gusta destacar cuando la subjetividad se demanda. He aquí el why de esa duda: cuando estábamos yo y mis oídos atentos a los comentarios de las personas, nos dimos cuenta de que la gente aún estando de acuerdo con el otro, o decía algo contrario al otro, o sino lo que hacía era añadirle más paja para dejar claro que yo entiendo de fútbol, pues el otro le daría el aprobado por afirmar su opinión. Esto por una parte. Por otra parte, los comentarios me alteraron mis dimensiones. No sabía si se jugaba un partido, dos o tres.


Hubo un momento en el que los africanos llenaron el estadio y se hundió la mitad del pabellón. Los balones de España no dejaban de irse hacia la banda derecha durante unos diez minutos en los que se volvió a compensar el campo.


Este partido fue visto por prácticamente todos los medios de comunicación de todo el globo. Se corre un rumor de que en estas ocasiones son las que los famosos “iluminati” aprovechan para hacer de las suyas. Esperan la ocasión de que las personas centren la atención en un solo punto para hacer sus maniobras. Como decía…es la hipérbole de la realidad. 22 personas haciendo algo que no nos lleva a nada, más que al triunfo ilusorio y al reconocimiento tan necesario para las cabezas pensantes; a la vez que 4 millones de personas miran como lo hacen 22 jugadores, soñando haber podido ser ellos los que jueguen y luego despropiando méritos con la autocompartición que se permiten al asignarse un titulo al decir "Somos campeones del mundooooo!". Pero a este último párrafo, no tiene mucho de verdad. Sería inpropio simplificar la causa de esta manera con un flash de 3 min.


Los futbolistas se merecen todo y mucho más. Aunque nos duela a los amantes de otros deportes, no podemos negar que el deporte que más personas juega, por consiguiente más competencia, que deriva en un gran mérito conseguir ser campeón del mundo. Considero que esta última mención es digna de sangrarme un poco el alma y dedicarles esta entrada a la selección española de futbol.


FELICITACONES A TODOS EL EQUIPO


PD: Sólo espero que las banderas españolas de los balcones resistan hasta el mundial de baloncesto.

2 comentarios:

  1. Vaya porquería de entrada. Menos mal que cuando se estaba jugando el partido yo estaba junto con Tommy y Gabriel echando un Mentiroso a los dados.
    Sin duda la parte que salvo la entrada es: "cuando estábamos yo y MIS OÍDOS atentos a los comentarios de las personas".

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  2. Tenía que haber puesto arepas xD

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