02 diciembre 2010

Carta para Adrián


Hay algo que no funciona bien, alguna pieza debe estar suelta, floja o falta. Como puede ser que, para que yo me sienta en la necesidad de recordarme cada día que debo procurar estar bien, que mi objetivo a diario sea recordarme que quiero ser feliz, que es por lo que debo luchar. Es la razón por la que trabajamos realmente todos para cada uno de nosotros.


Te escribo desde el aula de clase política mientras damos el totalitarismo, centrándonos especialmente en la degradación de las sociedades debido a la desconfianza entre las personas a las que somete el modelo de régimen pre-estatal.


Creo que estamos los dos echándonos de menos. Pero los dos sabemos que tenemos unas metas académicas y personales por las que continuamente nos reconocemos y que con ello justificamos todo lo demás que podamos estar viviendo, disfrutando o sufriendo.


Probamos contar a todo quien se cuza ante nosotros nuestras ilusiones, nuestros planes, nuestro destino. Nos esforzamos en convencerlos de qué no haremos nunca, de a donde no vamos, de lo que queremos ser; y de paso nos convencemos a nosotros mismos.


En ocasiones pruebo anotar, escribir, señalar, enmarcar frases que identifiquen aquello que me hace ser quien quiero ser, no sé si a ti también te pasa. Frases como “Never give up on things that make you smile”. Pero que sinceramente entiendo que acabemos frente a la frase leyendo lo que pone y llevándonos a tener un escalofrío por la insensible reacción ante ella.


Lo sé, sé que tú también estarás preguntándote para qué luchamos tanto y nos recordamos esforzarnos para estar bien, cuando carece de sentido, que todo lo contrario, el sentirnos mal, se nos ofrece de forma sencilla y no requiere de esfuerzo. Fíjate que nadie escribe frases como “depresión da toda solución”.


Cuenta a mí favor que es quien percibe su estado de ánimo el que no diferencia en qué lado de la balsa está, porque no se da cuenta de que donde se encuentra el único lugar donde alcanza el mástil para no caer en la tormenta del viaje es donde ya está. Aunque toda tripulación insiste en llegar a un extremo de la superficie flotante no sabiendo que se desestabilizará la balsa llevando a todos al hundimiento y no antes a tierra.


También sé que sería estúpido que te mandara esta carta y ni siquiera te diga lo que de verdad nos importa, el cómo estamos. Ya me dirás tú cómo estás. Yo no te diré de antemano nada, te digo que estoy aprendiendo a como no estar mal y desaprendiendo como estar bien. Vivo el presente y soy feliz.


PD: Mándame la carta de respuesta a clase de Formación de la Teoría Política que lo más seguro es que estemos, cuando llegue la carta, dando a Maquiavelo y sus consejos a los gobernantes. Y qué mejor contrastar tu respuesta con los consejos de él para aplicármelo como gobernante de mi mismo que soy. Un abrazo enorme, cuidate.

2 comentarios:

  1. es difícil verdad, a mi me jode muxo esa sensación, especialmente porque pensaba que me la había quitado de encima, pero el único momento en que realmente desaparece es cuando estoy con usds.

    ResponderEliminar
  2. amén a eso hermano... me siento virtuoso cuando estoy con vosotros jeje hecho de menos todo lo relacionado con nosotros.. y mientras escribo estoy viendo un atardecer que flipa desde el salón ( esto lo digo pork si... jeje)

    ResponderEliminar