22 enero 2011

Esta noche tengo una cita



A partir de la experiencia cognitiva de mis últimos 8 segundos experimentados en la travesía de mi lectura por la cita de Oscar Wilde, he llegado a la conclusión, que como anfitrión os voy a fiar de exclusividad a continuación.


"Es absurdo dividir a la gente en buena y mala. La gente es tan sólo encantadora o aburrida", Oscar Wilde.


“Las personas se dividen en 5 clases de personas: Están los genios, que todos los que sabemos contar sabemos que son 6 o 7 en toda la historia; están los listos, que son aquellos que tienen la habilidad de percibir a los genios y hacer una buena copia de ellos; están los mediocres, que son aquellos que tienen la habilidad de percibir a los listos y hacen una mala copia de ellos; están los tontos, que son aquellos que no tienen la habilidad de percibir a los listos y éstos se copian de los mediocres; y están los locos, que son los que no tienen la habilidad de percibir ni a los listos ni a los mediocres para poder copiarse, éstos finalmente acaban siendo genios", Leandro Ruiz Boyle.


21 enero 2011

Apúnteme la comanda, seré breve





Quiero volver a jugar y no a cambio de algo, sino además de todo lo que hago. Una vez me dijo un gran amigo mío, que el baloncesto no es un privilegio y sólo está al alcance de aquellos que puedan hacer el sacrificio por él. Sólo entonces, en mi opinión, entenderás de qué va.


Quiero volver a sentir, y no un balón entre mis manos, sino un equipo, la mente de mis compañeros, la telecomunicación entre mis amigos, la grada que me anima y todo lo que es un partido entre mis manos. Echo de menos sentir el miedo y la valentía de mis compañeros en su sudor al darle una palmada de ánimos cuando quedan cuatro minutos para ganar y the go gets tough ,so the tough gets going (Ligeramente modificado).


Quiero volver a sentirme pequeño, no porque hacerse grande sea una putada, no; sino porque, aunque ahora mis metas sean otras, dentro de un campo soy como un niño de incapaz de esconder la sonrisa, los saltos de alegría, el puño y el guiño de la alegría cuando el equipo lo hace bien, es decir ganamos. Porque ganar no es lo más importante, es lo único importante.


Quiero volver a sentir mis tobillos inflamados, la espalda cargada, los aductores destrozados, los gemelos hormigueados, los dedos de los pies morados, el dolor de estómago y la diarrea a causa de nervios antes de los grandes partidos. Descubrí que eso era lo menos malo. Desde que dejé de tener todo esos síntomas, me di cuenta de que vinieron otros: pérdida muscular (en mi caso del 70%, según estudios juankisergigabiadrianos 90%) dolores de cabeza, debilidad, cansancio, dolores en el pecho, en las rodillas, la espalda más cargada, rigidez y últimamente unos pinchazos inaguantables en el hombro por los cuales estoy haciéndole visitas a mi médico y no ha averiguado el porqué. Yo sí lo sé y fue lo único que no le dije: -he dejado de jugar a baloncesto.


Quiero sentir que no se ha acabado, que no fue un recuerdo, tengo 19 años y no porque mis prioridades hayan cambiado tengo que tener un pasado, quiero que sea el presente, quiero que el baloncesto me acompañe. Aunque no hayan árbitros, aunque no haya público, aunque no haya equipo, aunque no haya marcador que indique qué hay que hacer y aunque los balones no sean de cuero. Mientras esté YO con un aro y un balón, el resto no importa, pues me habré encontrado.


Quiero volver a sentirlo…


“Tenerife/ El Arona Basket Sur no pudo sobrepasar al Real Madrid (89-82) en su tercera intervención en el Torneo Internacional Ciudad de Santa Cruz, pese a realizar un meritorio partido, sobre todo en los últimos dos cuartos. El equipo de la capital de España comenzó el encuentro con una fuerte presión sobre los tinerfeños, lo que les valió colocarse nueve puntos por encima en el tanteo al final del primer periodo. El Arona realizó un discreto segundo cuarto, mostrándose siempre por debajo de sus posibilidades.

Sin embargo, en el tercer cuarto los discípulos de Antonio de Torres supieron sobreponerse, mostrando una destacada recuperación, en la que hay que destacar el trabajo del escolta Leandro Ruiz. Al final del tercer periodo el marcador mostraba un igualado 60 a 60. El último cuarto se desarrolló igualado, y sólo a dos minutos del final el Real Madrid hizo valer su juego, sobre todo bajo el aro, y se colocó siete puntos por delante, lo que le valió la victoria.

En el capítulo de destacados hay que nombrar, en el Arona a, además del ya citado Leandro Ruiz que obtuvo 23 puntos, a Giorgi Sharabidze con 29 puntos de valoración y a Grigol Schvangiradze que anotó 22 tantos. En el Real Madrid, David García sumó 15 puntos y Agustín Ambrosino 16.”


PD: Al siguiente día, siendo junto a algunos de mis compañeros de equipo un año menor que los jugadores contra los que jugábamos en el torneo junior, le metí al C.B. Gran Cananaria 27 puntos. También es verdad que volvimos a perder el partido, pero con el tiempo me recordé que ese no era nuestro año…

07 enero 2011

¿Me haces cosquillas? por famor



Hazme esas cosquillitas

que sentía cuando desconfiábamos,

desconfiábamos porque no te conocía.

Ahora no siento las cosquillas,

ahora que nos conocemos

¿Qué es lo que desconocía?


Vuelve a hacerme cosquillitas.

Quiero volver a conocerte

para hacerme sentirlas

y en el fin poder acompañarte,

no para acabar conociéndote,

sino para ir conociéndote

entre cosquillas, cosquillitas.


Me será grato serte fiel

por la senda de la mano,

y de la mano por tu piel.

Haciendo del camino algo sano

evitando la meta insensible

con caricias tan solo rozando

y prolongándolo todo con miel,

la palabra que lo deja rimando.


Desconfiemos el uno del otro.

¿O acaso uno se cosquillea?

Desconfía de mí y de mi beso.

¿Por qué el primero hormiguea?


Desconfiemos el uno del otro.

Sabes que uno no se cosquillea

sólo cuando bajo mi hombro

no sé y me intriga lo que planeas.


Desconfía de mí y de mi beso

Recuerda, mi cielo, el primero hormiguea

Por fin, aguardaremos para ir con la marea,

haciendo del segundo… algo igual de teso.


¡Ahora o nunca, olvídame! ...

¡Uy! que bien, cosquillas, cosquillitas.

02 enero 2011

Feliz vicio de nuevo 2011


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¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!!


¡Sí! Por fin puedo volver a escuchar el clic metálico de abrir una lata de Cocacola con mis manos después de un año largo y lleno de refrescantes anécdotas que me llevaron a tentar mi palabra, voluntad. Pero al final pude mostrarme y mostraré a toda aquella persona que le cuente mi experiencia que se puede vencer el mono de un vicio.


Me propuse, para quién no lo sepa, no tomar refrescos durante un año porque justamente los meses anteriores al fin de año del 2009 me llegué a ver como una persona que tomaba de media unas tres latas de Cocacola al día. Un día sin un refresco me parecía como un día sin tabaco para un fumador. Llegaba la hora de regresar a casa y automáticamente antes de ir a abrir mi puerta me paseaba entre las neveras del supermercado desempañando los cristales de las neveras hasta llegar a decidirme cual refresco cogería o cual era el que me podía comprar. Era como el peinarse de cada día. Al final me percaté y considerándolo como un problema comencé el año con mi reto.


Admito que estuve en varias ocasiones a punto de romper el pacto. Recuerdo algunas veces que salí con mis amigos y ellos me creaban el compromiso de beber al menos un refresco como mínimo, algunos me lo decía con caras, otros con miradas y ya unos cuantos directamente diciéndomelo con palabras; recuerdo veces que salí a lugares en los que pedir algo que no tuviera alcohol o burbujas producía un esfuerzo extra en los camareros, por lo que me hacían sentirme el cliente molesto que entra a la hora de cerrar. Otras veces simplemente era una putada no tomarse una lata de refresco: a veces sobraba, se iba a tirar o estaba fría de cojones junto a un vaso de cristal con un limón dentro y un asiento para tirarse en el que ver qué forma coges para ver la televisión, y eso de no tomárselo, personalmente, lo considero una putada.


Y todo esto hasta ahora no es importante, no es más que la narración de una persona próxima al lector o no, que cuenta su experiencia como refrescólico anónimo en menos de medio metro de una pantalla luminosa. Porque lo realmente importante es a lo que me ha llevado a reflexionar. Ha pasado un año para que pudiera llegarme una hipótesis que encaja bien en por qué les cuesta tanto a las personas dejar sus vicios de lado. Y es que me di cuenta de que yo pude por una razón, yo sobreviví gracias a que en todo momento supe que volvería a retomarlo, siempre me dije a mi mismo que en el fondo volvería a recoger un helado vaso de refresco, siempre tenía en mente que volvería. Y eso amigos míos, es lo que me llevó a sobrevivir cada día. El principal problema que tiene una persona al intentar dejar un vicio, sea de gran voluntad o no, es vencer a la idea de fin. Ya sabe, quien me conoce, que pienso que toda idea de fin aterra a una persona. Por lo que dudo que alguien normal pueda dejar algún vicio si tiene en mente dejarlo para siempre. En el momento que se vuelve para siempre se convierte en un peso enormemente mayor, por el contrario si se tuviera la idea de volver a conseguirlo la persona lucharía sólo contra las tentaciones y la inercia al que acostumbra químicamente un organismo; y no tanto contra el mono que se produce por echar de menos a algo por haberlo perdido definitivamente.


Aun así, eso no es tan importante como lo realmente trascendental de toda la historia esta. Se suponía que todo este año debía ser lo bastante largo como para llevarme a soñar con el día en el que volvería a tomar ese gran trago de los cojones y al tomarlo fuera como cuando uno lleva días sin comer y te echan un solomillo bien jugoso y rojo por dentro. Un puto año esperándolo, un puto año ansiando volver a sentir una sensación románticamente descriptible. Y cuando me la tomé, una Cocacola en casa de mi tia el 1 de Enero del 2011, ¿sabéis qué? Fue una puta mierda.