23 mayo 2010

Soñando un recuerdo quimérico sabiendo que acabará en la realidad ya no presente de mi niñez.


¿Me ves? No veo que me veas. No la veo oírme al gritar su nombre. ¿Por qué? Sí estoy aquí. Mírame.


Borroso ven mis ojos y sollozando no me he puesto. Un sinfín de sensaciones llaman con un cosquilleo mi pórtico emocional y el otoño lo ha causado. El rio fluye por detrás del pueblo y su agua fresca refresca mis pies. El viento nórdico hoy permite que pueda desvestir una camisa y ocasiona goteras que transcurren entre las grietas de mi piel que el frio provoca, cosa que echaba de menos. El famoso blanco del brillo que origina el reflejo del sol en el agua pinta mi piel con una aurora de marrones de la estación. Ahora más borroso ven mis ojos, pero un borroso más claro.


Mi visión alcanza a ver la confusa imagen tuya merodeando en mi impreciso horizonte. Bajo la cabeza entre rodillas y la sumerjo en la contemplación del hidrodetalle que exterioriza el agua. Intuyo que alzar la cabeza desmantelo que tú seguirás a una distancia que tu espejismo me impide medir. La levanto y aprieto la mirada e introduzco mis manos en tierra para apresar un palmo posteriormente liberando mi conciencia que se atreve a intervenir: “Ya no puedes hacer nada aquí”, por lo que dejo caer de nuevo la tierra para demostrarme que no tenía que sujetarme a nada, pero erré y ella se llevó mi mirada a contracorriente.


En la orilla del rio mis pantalones de cuadros se embadurnan de un barro rico en malas hierbas secas, con distinguidas pecas, y ello no me despierta. Aun mojado y manchado sigo aquí. Ya he vivido esto, lo recuerdo, pero no recuerdo saber de ti.


El cielo se apaga y del sol no hablamos; las montañas se perfilan por medio de un contraste de amarillo con la viva sombra que va ensanchando hacia donde estoy en retaguardia. Qué bonito cabello que tienes y ese azul del cielo que mágicamente en tus ojos se guarda.


Detalles insignificantes que taponan lo que realmente veo en ti. Cosas que me sorprenden hasta mí, y no aclaman la atención en sí, como sí el detalle de acabar rimando en –i.




Aceite de oliva sobre pan, unas insignificantes e imprescindibles pizcas de orégano sobre un tomate machacado que mi mamá me elabora al otro lado de las cortinas que hay entre ella y el patio en el que deleito mi juego.


Se acabó el recreo, es hora de merendar. Saco mis pies del charco, viro la llave de la manguera, devuelvo el préstamo de arena de los setos de mamá y rescato el tesoro que olvidó mi vecina en una visita no muy atrás. La muñeca con la que siempre quiero jugar.


Conmigo la llevo sin que nadie la vea. Recuerdo esconderla donde yo sabía que mamá nunca limpia y mucho menos mi vecina encontraría. Ya es tarde e iré a cambiarme los pantalones manchados, lavarme las manos e ir a comer. Que campante nos comportamos, ella quietita esperando y yo ansioso me voy, porque sé de volver a jugar otra vez antes de mañana volver a merendar, así nuevamente verte en el campo como bosquejo de los hayedos abetales de nuestro atardecer.

08 mayo 2010

Maquinista


Bonito el título, ¿No os parece?, a mí especialmente me parece un título cargado de connotaciónes. Sí señor, connotación, palabra que he conocido este año y que no he dejado de usar, sobre todo de muletilla en los comentarios de Lengua. Quería dejar claro que es un título que al pensarlo me dio la sensación de que refleja la mandarina, podría darse que el título por vez primera sea mejor que la entrada en sí. Esto es opinión mía, claro está.


Avanzamos y nos metemos en la parte que más nos gusta, la parte que yo expreso las confesiones tuneadas de Leo por todos lados. Pero eso de confesiones suena muy sincero ¿no? Por lo tanto no voy a contarles una confesión, es más, ni me atrevería a intentarlo. El blog casi que dejaría de ser lo que es, un instrumento para que yo mejore mi expresión con las cosas que cuento y con el que además mis amigos se entretengan, no es un confesionario ni un pozo en el cuál gritar mi desahogo o mi más grandioso orgasmo. ¿Realmente estáis entendiendo lo que he escrito? Sí, sí, en ningún momento he sido del todo sincero en ninguna entrada, ni lo seré, eso es lo que escribo. Y lo externo al blog es de poner en duda también. Si quieres puedes considerar un “…del todo sincero…” como un “…nunca he dicho algo sincero…”.


Yo dudo de que alguno de ustedes se atreva a decir que ha escuchado el Leo más sincero. Y no con ello sólo me refiero a el día a día, sino también refiriéndome a ese momento en el que nos hemos acomodado con la mirada uno frente al otro para decir…bla bla bla.


Es más, creo que nunca he sido sincero con ustedes y por ello no me importa que algún día me castiguéis. Puede que alguno de vosotros se haya emocionado a causa de que le hiciera sentir especial en algún momento, porque le hice pensar en que él era imprescindible para Leo en ese momento por tener la suerte o desgracia de estar escuchándole contarte algo, que al fin y al cabo sólo nos entretuvo. No te emociones, porque si creíste ser imprescindible, estás perdido. Lo que conseguí sacarte de esa conversación no es único, ni algo imprescindible y mucho menos es algo que llagarías a tener conciencia de que te he arrebatado.


Aquel día que nos sentamos uno frente al otro y nos pusimos a hablar de una manera sería y te dije que las cosas me parecían de una forma y que opinaba esto y lo otro de aquellos y de aquello, que sí creo que el problema está aquí o no está allí, ¿Realmente fui sincero contigo o te dije aquello que yo quería que escucharas? Para que no os martiricéis planteando si fuisteis víctimas de my interpretation, os aconsejo que dejéis de buscar respuesta a esta incógnita, es inútil, tanto como que esta entrada tampoco tiene nada de sinceridad. ¿Quién nos dice realmente que yo no haya sido mentiroso y quiera con esta entrada aprovechar y dar una apariencia confusa de mí? Lo más normal es que a esta última interrogación no le hagáis mucho caso y estéis todavía con que sí es probable que sea un hipócrita y planteando si sois uno de vosotros el que ha sido engañado. Por favor, si es así y creéis haber averiguado la verdad, no me castiguéis aunque me lo merezca. Un castigo sería muy injusto por vuestra parte y sobre todo si es castigar a alguien que entonces no conocéis más que por el adjetivo de mentiroso, lo único que está claro o al menos lo que quiero que tengáis claro. Lo que quiero que penséis es que lo que le digo a la gente no lo pienso, sino que todo lo que os digo es aquello que yo creo que debo contarles para conseguir en vosotros una reacción, la que a mí me plazca y conseguir que tengáis la imagen que yo quiero que tengáis de mí. Vamos que no digo lo que pienso sino que pienso para decir lo que quiero que peséis que yo pienso. XD

Unos podéis estar diciendo ahora mismo lo triste que debe ser no poder ser sincero y tener que estar siendo una mentira con pies, manos y cabeza. Pero, amigos míos, este mundo no está hecho para que las personas seamos sinceras más que con un número reducido de personas, que están siempre por confirmar. Si quieres puedes contarlos con los dedos de una mano. Típica frase “los amigos de verdad se cuentan con los dedos de la mano”. Yo creo que no he estrenado mi mano, a ver si algún día consigo levantar un dedo.


-¿Es ésto sincero Leo?, ¿estás diciendo que no tienes amigos?

-Relájate.


Las personas, aunque algunos de vosotros no lo reconozcáis, somos mentirosas por naturaleza. Mentir viene en gran medida de ser egoístas. Digo gran mayoría porque se da también el caso de mentir por no hacerle daño a otras personas, pero esta vez me refiero a cuando uno no le dice a otra persona toda la verdad, porque sabe que si le sigue contando más o la verdad puede que acabe sin sacar nada positivo de ahí, más que un buen golpe en el mejor de los casos si uno es masoquista. Yo amigos míos os preguntaría una cosa ¿Sois sinceros totalmente conmigo? ¿Siempre que me decís algo me dejáis claro vuestras intenciones, o me inventáis intenciones para ocultar las que sabéis que no me gustaría escuchar? Y eso que ustedes sabéis que no me gustaría escuchar ¿no es algo que ustedes creéis que si estuvierais en mi lugar de receptor de mentiras, os gustaría conocer? No es una pregunta que yo no sepa la respuesta, ustedes os la podéis preguntar si queréis. Yo con esto tengo motivo suficiente para ya poder confesarme sinceramente y dejar esta farsa. Seré breve para que al ser sincero por primera vez cometa el mínimo de fallos posibles.


Ahí va mi primera frase sincera que os voy a liberar, una confesión que nunca seréis capaces de averiguar su autenticidad, pero que “tenéis mi palabra” de que es totalmente sincera.


*ME SIENTO SOLO. SIENTO SER ESA PIEZA QUE ENCAJA EN VARIOS PUZZLES PERO QUE NO PERTENECE A NINGUNO*


Pero no os confundáis, esto no es una confesión melancólica en la que busco piedad. Este sentimiento de soledad no me afecta, solamente la percibo, no la padezco. Y de ahí el título. Un individuo que tiene que trabajar para que las máquinas que le acompañan en el trayecto funcionen como a él le plazca. El maquinista es el que controla el ritmo al que va el tren por la vía. Aunque las máquinas se crean que son ellas quienes mueven el tren a tal velocidad, se equivocan, es el maquinísta. Sólo os digo que las mentiras son el carbón y las verdades no son combustible sino un decelerante.


Difícil se me hace cada vez más encontrar a esa máquina de vapor con la cual yo pueda ser sincero sin que me pare el tren que no me importa compartir. Algún día la confirmaré y la convertiré en un maquinista para no sentirme solo.


Ya está, he soltado la verdad que llevaba segundos aguantando con tantas ganas de expulsar. Porque son las verdades las que se crean en segundos ¿o son las mentiras? Da igual, me vale con tener la certeza de que nadie conseguirá saber que parte de todo lo escrito es verdadera.


Si algo se dice es porque se piensa.


PD: Espero no confundir con esto último. xD jajaja xD