17 abril 2010

¿Tú piensas?


AVISO: se necesita leer la entrada anterior para entender ésta.


Me he quedado insatisfecho con la entrada anterior. Llevo toda la noche con un remordimiento porque la mandarina que ayer tiré apenas se estalló contra el asfalto, y eso no pude quedar así, por lo que voy a intentar rematarla con un pisotón. Quiero retomar esa idea que había expresado sobre las cosas que vivimos, de que nuestras experiencias nos acotan el pensamiento o inclusive nos controla y nos dirige a una manera de pensar que en ningún momento hemos elegido.


Piensa que la conciencia que tienes sobre tu pensamiento ciertamente no es tuya, es fruto de lo que has leído, de lo que has oído, de lo que has visto, de lo que has sentido., Y toda esa información que has absorbido como un pokemon, la has absorbido con la forma en la que otros la han expresado(o la hayan dejado en esta realidad para que tú la encuentres de la manera en la que está), que a su vez ellos también tienen precedentes de sus pensamientos e ideas.


Mientras la línea del tiempo avanza, vemos cómo cada vez los pensamientos de otros nos llevan a atravesar un filtro cada vez menor y menor, conduciéndonos a pensar más prudente, más sabia, más,.. ¿Qué si esto es bueno? Ni idea. ¿Será ese pensamiento que creamos el más válido por ser construido teniendo en cuenta las referencias de los demás? No lo sé.


Podría ser, inclusive, un espejismo el considerar que nuestro “yo pensante” es realmente algo nuestro, por el hecho de que ese” yo pensante” es ADEMÁS de la suma de todo nuestras influencias, fruto de las operaciones internas que efectuamos en nuestra propia cabecita. Pero como es un “además”, no me vale como un yo. Tendría que ser un pensamiento solamente fruto de mis razonamientos particulares. Me siento como que las influencias en mi pensamiento hacen que forme parte de un “colectivo pensante” y no a un “yo pensante”.


A ver si al final acabamos siendo esclavos de un propósito general y nuestra idea de libertad sea conformista y no la reconozcamos en su integridad. Libre sería tener también la capacidad de no formar parte de ese propósito y tener la libertad de poder tener un “yo pensante”.


Puede que esta reflexión no tenga ni pies ni cabeza, pero aún así tengo que seguir aclarando la pregunta a la respuesta que busco, que no es más que conocer verdaderamente si tengo o no el pensamiento de Leandro, o saber si es la suma de todos los pensamientos de otros. Se podría formular que la suma de todo esto es el pensamiento de Leandro ¿no? Vale, pero como dije en la otra entrada, quiero que mi pensamiento sea un color nuevo y no la ordenación de colores en un lienzo. Por mucho que sea una obra de arte mi pensamiento o la chapuza de dibujo manga de clase de inglés. Necesito llegar a saber si abstrayéndome de toda influencia y sólo basándome en lo ciertamente objetivo de las cosas, acciones, vivencias, y demás; pueda conseguir un pensamiento personal y válido (válido será si es autosuficiente y válido para progresar). Puede que sea una forma de acabar viendo la realidad tal cual la ve Leandro y no como la veo sometido a al colectivo.


Fijaros en el pensamiento de todos nosotros hoy día. Voy a planteármelo e imaginármelo con una cebolla a la que le pretendemos quitarle las capas más vulgares del exterior hasta llegar a las capas más céntricas y presuponer que esas capas son las importantes, las nuestras y propias, y a las que hay que aspirar a pelar. Las capas en la cebolla representarían las influencias de otros pensamientos y el centro de la cebolla sería hacía donde nos dirigimos todos, sin haber lo elegido, sencillamente somos guiados hacía ello. Pues eso es lo que pasa y como está estructurado nuestro pensamiento. La cuestión es que muy pocos han sido capaz de tener otra cebolla distinta, nueva, personal, que te le pertenezca de verdad. Una cebolla en la que todas sus capas no son pensamientos de otros, sino tus propios razonamientos. Y ya sería de orgasmo poder pelarla e ir progresando tú mismo a la capa más interna de ese pensamiento, sinceramente propio, de uno mismo, tuyo.


Da vértigo tener que pensar que inclusive esto que me estoy planteando sea fruto de los pensamientos de otros y no sea mío. ¿Y si estoy metido dentro de un tobogán por el que nunca he elegido tirarme? Es que ni siquiera sé si quiero llegar al final de este tobogán en el que estamos posiblemente todos metidos ¿Y si la libertad, que creo tener de poder elegir y personalizar mis pensamientos y razonamientos, es insuficiente, un bajo porcentaje sobre lo que ya está previamente establecido? ¿Y si, como ya dije antes, acabo pensando de una manera propia, no fruto de otros pensamientos, pero realmente acabo perdido en un espejismo; también fruto de los pensamientos de otros? ¿Y si las cosas que me gustan, no me gustan porque las haya elegido sino por culpa de un pensamiento que no es mío y propio? ¿Mis conceptos de mundo ideal, de paraíso, de belleza, de felicidad son las que han elegido el conjunto de células que conforman mi cuerpo, que está escrito en mi ADN? ¿O es lo que me han hecho elegir las células de otros? Entonces no me dirijo a lo que verdaderamente me pide mi cuerpo.


Ya no sé si esto que escribo y pienso es mío y lo pienso libremente o es, como estoy diciendo, fruto de todos los que hemos pensado y pensamos.


PD: lo de leer la entrada anterior es probable que fuera necesario, pero lo puse para que no os escaqueéis xD.

15 abril 2010

La cárcel de la experiencia



En estas últimas horas que he vivido sólo tengo ganas para desprenderme de lo creado y ponerme a imaginar, imaginar, imaginar que puedo imaginar. Estoy en un momento en el que mi cerebro me pide vacaciones o al menos continuar trabajando pero sin estrés inútil e incomprensible que se autogenera. Pero como no puedo darle el placer ése, lo que voy a hacer es llevarlo al Spa. Le voy a dar un trabajado descanso.


Y es lo que creo, que tengo ganas ponerme a volar un ratito para ausentarme durante unas horas de la realidad que perciben mis sentidos y meterme en aquella que no contiene valores que me puedan llevar a sentirme bien ni mal; meterme en una realidad o ficción que haya creado mi mente.


La verdad es que realmente poco tendría de creación propia. Cómo ya he dicho en otra ocasión, las personas sólo imaginamos cuando somos fetos, y una vez que abrimos los ojos, lo único que hacemos es descomponer lo que ya está creado y buscarle la originalidad. creo que lo más seguro es que todo lo que imagino está influenciado por la lógica, el sentido común, la cultura y arte de la sociedad que me ha tocado y sobre todo por las sensaciones que ha recogido mis cinco sentidos durante estos 19 años. Son límites que nos ponemos.


Al parecer, con el paso del tiempo las personas nos vamos limitando, vivimos en una sociedad en la que las personas nos encerramos entre rejas con las que perdemos el poder auténtico de crear y lo único que ganamos con el tiempo, ampliando nuestra cultura y experiencias sobre las cosas, es conseguir más alternativas con las que acabamos haciendo órdenes, series, secuencias y demás. Yo lo que creo, es que todos tenemos la capacidad de ordenar, y no la capacidad de crear. Lo único que hacemos es desordenar las impresiones que hemos obtenido de la realidad que ha captado previamente nuestros sentidos.


Lo que yo quiero es imaginarme lo inimaginable, imaginarme la existencia de innombrables, de ver algo diferente, que rompa con TODOS los esquemas mentales de lo posible. Les asigno el temporal nombre de innombrables porque esos innombrables no tienen ni forma ni ocupan espacio, ni tienen un color experimentado aún, tampoco tenemos que comernos la cabeza mucho en donde clasificarla. Imaginaos que aparece después de un esfuerzo intenso por imaginarlo, por consecuencia creamos una carpeta nueva, grupo, categoría; en la cual lo incorporaremos. Las categorías existen porque existen cosas que clasificar, ¿o no? Además los innombrables tampoco los podemos llamar cosas, porque ya le estaríamos idealizando y entonces estaríamos cayendo en la redundancia de hacer que todo lo que conocemos le saquemos una idea esencial o universal. Es hacer un esfuerzo inimaginable de imaginar lo inimaginable y conseguir imaginar el innombrable sin acabar en esquizofrenia por imaginar algo que no se ha imaginado conscientemente.


Porque al fin y al cabo inventar algo nuevo es relativamente fácil. Una persona con un poco de imaginación podría, si se lo propone, modificar la realidad conocida comúnmente, acabar gozando de le exclusiva de ello y del prestigio que conlleva haber sido el creador, que como ya digo, realmente no lo es. Sería un buen observador con astucia de encontrar un orden de cosas aún no experimentadas, pero por eso no le podemos atribuir el prestigio de contener una imaginación creativa, sino una de ordenación.


Reflejaré esto con un ejemplo para aclarar lo que quiero decir:

Pensad en un pintor. El pintor hará una creación de ordenación porque habrá utilizado componentes ya existentes como son los colores, y los ha ordenado de la manera que él ha de identificar su pensamiento, personalidad, sentimiento, ideología,…y lo plasmará en un lienzo con todos sus influencias de la experiencia vivida. Por lo que eso a mí no me vale. Imaginar lo innombrable y luego representarlo en un cuadro es lo que tiene que hacer. ¿Me contradigo? No. Pues en este caso lo que represente no seguirá ningún orden, pues al ser algo totalmente nuevo en la mente del pintor, lo más posible es que no pueda usar colores, ni dibujar el contorno de la forma. Lo más probable es que para representarlo deje el lienzo en blanco y acabe amargado porque lo innombrable también es inexpresable, pero si es una cosa, algo que podemos sentir y no compartir.


Y puedes acabar por preguntarte ¿para qué todo esto? Ni idea. Como ya dije en un principio, lo único que pretendo con esto es flotar durante un rato. Pues este tipo de experimentos son prácticamente como mis drogas, un pasatiempo que me hace olvidarme de todo lo imaginable Que si existe la imaginación creativa o la de ordenación. Ni idea, pero me lo he pasado muy bien escribiendo mi entrada y ahora mismo estoy atracando en el puerto de la realidad, donde se acaban las cortas vacaciones de mi mente y le entrego todo el estrés del que se había escondido.


No tomo alcohol, no fumo porros, no tomo drogas, no tomo refrescos, pero si hay cosas con las que me flipo y son cuando tomo chupitos de imaginación. Una vez cada dos por tres no es problema sino me ves.



PD: Nietzsche es el puto amo…tenías razón HS, aunque estó es más el ya estudiado Hume, pero me encanta. Esta entrada se me ocurrió por pensar en clase de Filosofía xD